lunes, 30 de noviembre de 2015

TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO O AFECTIVOS : Depresión



¿Qué son los trastornos afectivos?

Los trastornos del estado ánimo incluyen los trastornos que tienen como característica principal una alteración del humor. A nivel diagnóstico los trastornos del estado de ánimo parten del concepto de episodio afectivo (depresivo, maníaco e hipomaníaco), quedando los trastornos definidos en términos de la duración de estos episodios y de la combinación de episodios que se observe.  Si solo tiene un episodio depresivo, sería Trastorno Depresivo Mayor único episodio.

¿Qué es el estado de ánimo?

 El estado de ánimo es el humor o tono sentimental, agradable o desagradable, que acompaña a un pensamiento o situación y se mantiene por algún tiempo. Es un estado, una forma de estar o permanecer, que expresa matices afectivos y cuya duración es prolongada, de horas o días. Cuando este tono se mantiene habitualmente o es el que predomina a lo largo del tiempo, hablamos de humor dominante o estado fundamental de ánimo.
A diferencia de las emociones, como el miedo o la sorpresa, un estado de ánimo es menos intenso, más duradero (puede durar horas o días), y menos específico (menos dado a ser activados por un determinado estímulo o evento).
También se diferencian del temperamento o la personalidad, las cuales son actitudes permanentes en el tiempo. No obstante, determinados tipos de personalidades pueden predisponer al sujeto a unos determinados estados de ánimo. 
En el lenguaje popular se habla de ánimo o humor, en el lenguaje científico, se habla de timia (estado), de función tímica, de afectos (estados psíquicos que expresan matices afectivos).
Los estados de ánimo suelen tener una determinada valencia, o lo que es lo mismo, se suele hablar de buen y de mal estado de ánimo; activado o deprimido. Siendo la eutimia el estado de ánimo normal, esto es, situado entre la hipertimia y la distímia o, más radicalmente, entre la manía y la depresión.

¿Cómo se clasifican los trastornos?

Los trastornos del estado de ánimo están divididos en trastornos depresivos («depresión unipolar, Distimia), trastornos bipolares y dos trastornos basados en la etiología o causa: trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica y trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias.
Los trastornos depresivos (p. ej., trastorno depresivo mayor, trastorno distímico y trastorno depresivo no especificado) se distinguen de los trastornos bipolares por el hecho de no haber historia previa de episodio maníaco, mixto o hipomaníaco. Los trastornos bipolares (p. ej., trastorno bipolar I, trastorno bipolar II, trastorno ciclotímico y trastorno bipolar no especificado) implican la presencia (o historia) de episodios maníacos, episodios mixtos o episodios hipomaníacos, normalmente acompañados por la presencia (o historia) de episodios depresivos mayores. 

  • El trastorno depresivo mayor se caracteriza por uno o más episodios depresivos mayores (p. ej., al menos 2 semanas de estado de ánimo depresivo o pérdida de interés acompañados por al menos otros cuatro síntomas de depresión). 
  • El trastorno depresivo distímico se caracteriza por al menos 2 años en los que ha habido más días con estado de ánimo depresivo que sin él, acompañado de otros síntomas depresivos que no cumplen los criterios para un episodio depresivo mayor. 

  • El trastorno depresivo no especificado se incluye para codificar los trastornos con características depresivas que no cumplen los criterios para un trastorno depresivo mayor, trastorno distímico, trastorno adaptativo con estado de ánimo depresivo o trastorno adaptativo con estado ánimo mixto ansioso y depresivo (o síntomas depresivos sobre los que hay una información inadecuada o contradictoria). 
  • El trastorno bipolar I se caracteriza por uno o más episodios maníacos o mixtos, habitualmente acompañados por episodios depresivos mayores.
  •  
  • El trastorno bipolar II se caracteriza por uno o más episodios depresivos mayores acompañados por al menos un episodio hipomaníaco. 
  • El trastorno ciclotímico se caracteriza por al menos 2 años de numerosos episodios de síntomas hipomaníacos que no cumplen los criterios para un episodio maníaco y numerosos períodos de síntomas depresivos que no cumplen los criterios para un episodio depresivo mayor. 
  • El trastorno bipolar no especificado se incluye para codificar trastornos con características bipolares que no cumplen criterios para ninguno de los trastornos bipolares específicos definidos en esta sección (o síntomas bipolares sobre los que se tiene una información inadecuada o contradictoria). 
  • El trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica se caracteriza por una acusada y prolongada alteración del estado de ánimo que se considera un efecto fisiológico directo de una enfermedad médica. 
  • El trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias se caracteriza por una acusada y prolongada alteración del estado de ánimo que se considera un efecto fisiológico directo de una droga, un medicamento, otro tratamiento somático para la depresión o la exposición a un tóxico. 
  • El trastorno del estado de ánimo no especificado se incluye para codificar los trastornos con síntomas afectivos que no cumplen los criterios para ningún trastorno del estado de ánimo y en los que es difícil escoger entre un trastorno depresivo no especificado y un trastorno bipolar no especificado (por ej. una agitación aguda). 

TRASTORNO DEPRESIVO MAYOR

¿Qué es la Depresión?

La depresión es, ante todo, un trastorno del estado de ánimo o del humor. La depresión es una de las dolencias más comunes de la humanidad: una de cada cinco personas sufre o ha sufrido algún tipo de trastorno depresivo. 

Episodio depresivo mayor

El episodio depresivo mayor se caracteriza por un estado de ánimo deprimido o una pérdida de interés o placer en casi todas las actividades durante al menos 2 semanas y la mayor parte del día. En niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable en lugar de triste. Además el sujeto debe experimentar al menos otros cuatro síntomas que incluye cambios de apetito o peso, del sueño y de la actividad psicomotora; falta de energía; sentimientos de infravaloración o culpa; dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones, y pensamientos recurrentes de muerte o ideación, planes o intentos suicidas. El episodio debe acompañarse de un malestar clínico significativo o de deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. En algunos sujetos con episodios leves la actividad puede parecer normal, pero a costa de un esfuerzo muy importante.

La aparición de los síntomas

Los síntomas de un episodio depresivo mayor suelen desarrollarse a lo largo de días o semanas, en ocasiones precedido de semanas o meses de síntomas ansiosos y síntomas depresivos leves. La duración de un episodio depresivo mayor también es variable, lo habitual es que un episodio no tratado dure 6 meses o más, independientemente de la edad de inicio. En la mayoría de los casos hay una remisión completa de los síntomas y puede volver a funcionar normalmente.
Entre el 20 o el 30 % de los episodios depresivos mayores remite parcialmente, algunos síntomas depresivos persisten durante meses o incluso años, aunque no con tanta intensidad e incapacitación. Estas personas presentan una mayor probabilidad de sufrir nuevos episodios depresivos.
Entre el 5-10 %, el episodio depresivo mayor se vuelve crónico y puede llegar a durar 2 o más años.
Los estudios realizados indican que los episodios depresivos aparecen con el doble de frecuencia en mujeres que en varones. Una proporción importante de mujeres refieren un empeoramiento de los síntomas del episodio depresivo mayor unos días antes del inicio de la menstruación.

¿Cómo se manifiesta la depresión?

Los signos de la depresión pueden agruparse en las siguientes categorías:

Síntomas anímicos: La tristeza es el síntoma más llamativo, en otras ocasiones puede aparecer irritabilidad, sensación de vacío o nerviosismo. La tristeza del depresivo es diferente a la tristeza que se experimenta ante situaciones negativas de la vida (duelo, ruptura, fracasos, etc.), es más intensa, les resulta difícil de explicar, desconocen cómo les ha sobrevenido y tienden a localizarla en el cuerpo.

Síntomas motivacionales y conductuales: la inhibición, la apatía, las dificultades para expresar lo que siente (alexitimia) o para experimentar placer (anhedonia) o para tomar decisiones cotidianas. En ocasiones graves la inhibición puede llegar a una lentitud en el habla y en el comportamiento (retardo psicomotor) y en casos muy severos en mutismo y parálisis motora (estupor depresivo).

Síntomas cognitívos: Se producen alteraciones en los procesos (memoria, atención y concentración) como en los contenidos (ej., pensamientos negativos sobre si mismo, su entorno, y el futuro; ideaciones suicidas)

Síntomas físicos: Los problemas más frecuentes suelen darse en la alimentación, el sueño y en el deseo y funcionamiento sexual.

Síntomas interpersonales: Los más frecuentes son el aislamiento y el rechazo.


Tratamiento

Las técnicas psicoterapéuticas más utilizadas en la depresión son la terapia de apoyo, las terapias breves de orientación psicoanalítica y las terapias de orientación cognitivo-conductual. Existen técnicas psicoterapéuticas específicas, como la terapia grupal, de familia o de pareja, que se utilizan en los casos en que las relaciones interpersonales, familiares o conyugales pueden desencadenar o perpetuar la depresión.
El tratamiento de los trastornos depresivos, al ser fenómenos complejos, debe integrar diversas técnicas. La terapia combinada psicofarmacológica-psicoterapéutica ha demostrado mayor eficacia que cada una de ellas por separado. La elección de las técnicas de tratamiento (farmacólogicas, psicoterapéuticas o ambas), debe basarse en un diagnóstico adecuado y en criterios técnicos.
Es imprescindible que el terapeuta suministre una información básica del trastorno, del tratamiento y del pronóstico del mismo a la persona deprimida y a los familiares.

Intervención

Evaluar e intervenir en el riesgo de suicidio.
Mejorar el estado de ánimo.
Aumentar las actividades.
Modificar el contexto aversivo. Buscar reforzadores positivos y fuentes de placer.

martes, 17 de noviembre de 2015

Fobias

·        ¿Qué es una fobia específica? 

Las fobias específicas se encuentran dentro del grupo de trastornos de ansiedad.
El manual de diagnostico de los trastornos mentales (DSM-IV) define a una fobia como “temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos”.
La fobia específica se caracteriza porque la persona que la padece experimenta el miedo y el malestar asociados a determinado estímulo en particular (por ejemplo, fobia a las tormentas, a las arañas o a los payasos). 
La exposición al estímulo fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional o más o menos relacionada con una situación determinada. Las personas consideran su miedo como irracional, pero les causa a quien la padece un temor intenso que puede desembocar en síntomas físicos tales como mareos, náuseas o palpitaciones, y hasta derivar en un ataque de pánico. 
En los niños la ansiedad puede traducirse en lloros, berrinches, inhibición o abrazos. 
Existe un tipo de fobia, la fobia social, que es más amplia y se refiere a la relación de la persona con los demás, de la que hablaremos en el próximo programa.

Orígenes de las fobias

Para las teorías más biológicas los estímulos fóbicos son normalmente objetos o situaciones que supusieron un peligro real en el pasado de nuestra evolución y ante los que aún se reacciona como si fuesen peligrosos. Además existe también un gran peso de transmisión familiar.
Las teorías de aprendizaje dicen que existe una respuesta adquirida de miedo por la  asociación entre un objeto o situación fóbico con una experiencia negativa. Puede ser por vivencia propia u observación.

·       Quiénes padecen fobias específicas y cómo afecta sus vidas?

Las fobias son un trastorno psicológico muy frecuente, las estimaciones hablan de que entre un 5 y un 10% de la población padece algún tipo de fobia. Sin embargo, con respecto a las fobias específicas, la tasa de individuos cuya vida se ve drásticamente afectada por las mismas es muy inferior. Esto se debe a que depende si el estímulo que desencadena la fobia es algo frecuente en la vida de la persona, o por el contrario, es algo que se puede evitar.
Por ejemplo, si una persona que vive en un entorno urbano tiene ofidiofobia, o fobia a las serpientes, le basta con no visitar el serpentario en las visitas al zoológico. Sin embargo, si tiene claustrofobia (miedo al encierro) y esta fobia no le permite tomar un elevador aún cuando vive en un decimoquinto piso, probablemente la fobia le traiga complicaciones en su vida cotidiana, sus rutinas laborales, familiares o sociales. 

·        Tipos de fobias específicas

Las fobias específicas pueden clasificarse en diversos subtipos según cuál es el objeto o la situación que detona el miedo. Por ejemplo:


  • Tipo animal: Es un subtipo de fobia que suele aparecer en la infancia. El miedo se refiere a ciertos animales o insectos. Una persona puede padecer más de una fobia: por ejemplo, bufonofobia (miedo a los sapos) y musofobia (miedo a los ratones).
  • Tipo situacional: Este subtipo puede iniciarse, o bien en la segunda infancia, o bien después de los veinte años. Se trata de un miedo que se detona ante situaciones específicas como viajar en avión, atravesar un túnel, encontrarse en un recito cerrado, etc.
  • Tipo ambiental: Este subtipo también suele tener su origen en la infancia del paciente. Se refiere al miedo a situaciones propias del entorno natural o fenómenos climáticos tales como las tormentas, los rayos o relámpagos, etc.
  • Tipo sangre-inyecciones-daño: Este subtipo suele presentar una incidencia familiar (lo padecen los hijos de padres con la misma fobia) y se caracteriza porque ante el estímulo, a la persona le baja la presión, se desmaya o sufre de mareos. Se trata de un miedo extremo a la sangre, a las inyecciones, transfusiones de sangre, cirugías o cualquier intervención invasiva.
  • Otros tipos: Algunas fobias específicas no se ubican en ninguno de los subtipos anteriores, ya que hay un amplio espectro de estímulos que pueden desencadenar temor y fobias. Por ejemplo, el miedo al vómito, el miedo a los espejos, el temor de los niños pequeños a los ruidos fuertes, a las personas disfrazadas, a las marionetas o a los muñecos, etc.
Las fobias específicas varían según el sexo: por lo general, su incidencia es mayor en las mujeres que en los hombres. Ellas suelen padecer fobias específicas del subtipo animal o situacional, mientras que la incidencia de los hombres es mayor cuando se trata del tipo sangre-inyecciones-daño, donde se igualan a las mujeres. 

·        Tratamientos  específicos para fobias simples

Los tratamientos que han demostrado una mayor eficacia en el tratamiento específico de las fobias específicas son los basados en técnicas de modificación de conducta. He aquí una relación de aquellas técnicas consideradas más efectivas:

-Información al paciente sobre la naturaleza de la ansiedad en general y de las fobias en particular: mecanismos básicos, procesos de condicionamiento, explicación sobre los síntomas y su alcance, relaciones entre pensamiento, emoción y acción.

-Identificación y neutralización del procedimientos contraproducentes, utilizados por el paciente para regular su problema, pero que, en realidad, contribuyen, no a la solución, sino al mantenimiento del problema.

-Respiración diafragmática lenta y relajación muscular progresiva.

-Exposición controlada y progresiva a situaciones temidas
(técnica primordial y necesaria en cualquier tratamiento de fobia)

-Desensibilización sistemática: combinación de técnicas de relajación con el enfrentamiento gradual a estímulos fóbicos.

-Prevención de respuesta o inundación: consiste básicamente en impedir las respuestas de evitación

-Modelado operante: Inicialmente el paciente observa a un modelo, otra persona, que se enfrenta a las situaciones que él teme sin sufrir consecuencias desagradables. Después el paciente, progresivamente, con ayuda del terapeuta trata de emitir respuestas adaptativas a la situación, a pesar de que persista cierto grado de ansiedad.

-Medicación: En el tratamiento de las fobias simples no se aconseja el uso de psicofármacos, salvo en algunos casos al inicio del tratamiento, o si existen problemas depresivos.

-Materieles de autoayuda, como complemento de la terapia, y/o soporte de las "tareas para casa".


Estos son algunos de los recursos terapéuticos más conocidos y probados en el tratamiento de las fobias simples. Se ha de tener en cuenta no obstante, que estos trastornos pueden venir asociados a otros problemas, que requieren también un abordaje, en el contexto de un tratamiento integrado y convenientemente articulado. El tratamiento, en rigor, no lo es de la fobia, sino de la persona que lo padece, en relación, naturalmente, con la demanda que efectúa.


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Cuento de AMOR



“Te amo” - dijo el principito…

-“Yo también te quiero” - dijo la rosa.

-“No es lo mismo” - respondió él…

"Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.

Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.

Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo. Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.

Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.

Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.

Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.

Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.

Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.”

-“Ya entendí” - dijo la rosa.

-” No lo entiendas, vívelo” -dijo el principito.