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¿Qué es una
fobia específica?
Las fobias específicas se encuentran dentro del grupo de trastornos de
ansiedad.
El manual de diagnostico de los trastornos mentales (DSM-IV) define a una
fobia como “temor acusado y persistente que es excesivo o irracional,
desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación
específicos”. La fobia específica se caracteriza porque la persona que la
padece experimenta el miedo y el malestar asociados a determinado estímulo en
particular (por ejemplo, fobia a las tormentas, a las arañas o a los payasos). La exposición al estímulo fóbico provoca casi
invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma
de una crisis de angustia situacional o más o menos relacionada con una
situación determinada. Las personas
consideran su miedo como irracional, pero les causa a quien la padece un temor
intenso que puede desembocar en síntomas físicos tales como mareos, náuseas o
palpitaciones, y hasta derivar en un ataque de pánico. En los niños la ansiedad puede traducirse en
lloros, berrinches, inhibición o abrazos.
Existe un tipo de fobia, la fobia social, que es más amplia y se refiere a
la relación de la persona con los demás, de la que hablaremos en el próximo
programa.
Orígenes de
las fobias
Para las teorías más biológicas los estímulos fóbicos son normalmente
objetos o situaciones que supusieron un peligro real en el pasado de nuestra
evolución y ante los que aún se reacciona como si fuesen peligrosos. Además
existe también un gran peso de transmisión familiar.
Las teorías de aprendizaje dicen que existe una respuesta adquirida de
miedo por la asociación entre un objeto
o situación fóbico con una experiencia negativa. (Leo caso real que esta al
final del texto). Puede ser por vivencia propia u observación.
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¿Quiénes
padecen fobias específicas y cómo afecta sus vidas?
Las fobias son un trastorno psicológico muy frecuente, las estimaciones
hablan de que entre un 5 y un 10% de la población padece algún tipo de fobia.
Sin embargo, con respecto a las fobias específicas, la tasa de individuos cuya
vida se ve drásticamente afectada por las mismas es muy inferior. Esto se debe
a que depende si el estímulo que desencadena la fobia es algo frecuente en la
vida de la persona, o por el contrario, es algo que se puede evitar.
Por ejemplo, si una persona que vive en un entorno urbano tiene
ofidiofobia, o fobia a las serpientes, le basta con no visitar el serpentario
en las visitas al zoológico. Sin embargo, si tiene claustrofobia (miedo al
encierro) y esta fobia no le permite tomar un elevador aún cuando vive en un
decimoquinto piso, probablemente la fobia le traiga complicaciones en su vida
cotidiana, sus rutinas laborales, familiares o sociales.
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Tipos de
fobias específicas
Las fobias específicas pueden clasificarse en diversos subtipos según cuál
es el objeto o la situación que detona el miedo. Por ejemplo:
Tipo animal: Es un subtipo de fobia que suele
aparecer en la infancia. El miedo se refiere a ciertos animales o insectos. Una
persona puede padecer más de una fobia: por ejemplo, bufonofobia (miedo a los
sapos) y musofobia (miedo a los ratones).
Tipo situacional: Este subtipo puede
iniciarse, o bien en la segunda infancia, o bien después de los veinte años. Se
trata de un miedo que se detona ante situaciones específicas como viajar en
avión, atravesar un túnel, encontrarse en un recito cerrado, etc.
Tipo ambiental: Este subtipo también suele tener su
origen en la infancia del paciente. Se refiere al miedo a situaciones propias
del entorno natural o fenómenos climáticos tales como las tormentas, los rayos
o relámpagos, etc.
Tipo sangre-inyecciones-daño: Este
subtipo suele presentar una incidencia familiar (lo padecen los hijos de padres
con la misma fobia) y se caracteriza porque ante el estímulo, a la persona le
baja la presión, se desmaya o sufre de mareos. Se trata de un miedo extremo a
la sangre, a las inyecciones, transfusiones de sangre, cirugías o cualquier
intervención invasiva.
Otros tipos: Algunas fobias específicas no se
ubican en ninguno de los subtipos anteriores, ya que hay un amplio espectro de
estímulos que pueden desencadenar temor y fobias. Por ejemplo, el miedo al
vómito, el miedo a los espejos, el temor de los niños pequeños a los ruidos
fuertes, a las personas disfrazadas, a las marionetas o a los muñecos, etc.
Las fobias específicas varían según
el sexo: por lo general, su incidencia es mayor en las mujeres que en los
hombres. Ellas suelen padecer fobias específicas del subtipo animal o
situacional, mientras que la incidencia de los hombres es mayor cuando se trata
del tipo sangre-inyecciones-daño, donde se igualan a las mujeres.
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Tratamientos específicos para fobias simples
Los tratamientos que han demostrado una mayor eficacia en el tratamiento específico de las fobias específicas son los basados en técnicas de modificación de conducta. He aquí una relación de aquellas técnicas consideradas más efectivas:
-Información al paciente sobre la naturaleza de la ansiedad en general y de las fobias en particular: mecanismos básicos, procesos de condicionamiento, explicación sobre los síntomas y su alcance, relaciones entre pensamiento, emoción y acción.
-Identificación y neutralización del procedimientos contraproducentes, utilizados por el paciente para regular su problema, pero que, en realidad, contribuyen, no a la solución, sino al mantenimiento del problema.
Los tratamientos que han demostrado una mayor eficacia en el tratamiento específico de las fobias específicas son los basados en técnicas de modificación de conducta. He aquí una relación de aquellas técnicas consideradas más efectivas:
-Información al paciente sobre la naturaleza de la ansiedad en general y de las fobias en particular: mecanismos básicos, procesos de condicionamiento, explicación sobre los síntomas y su alcance, relaciones entre pensamiento, emoción y acción.
-Identificación y neutralización del procedimientos contraproducentes, utilizados por el paciente para regular su problema, pero que, en realidad, contribuyen, no a la solución, sino al mantenimiento del problema.
-Respiración diafragmática lenta y relajación muscular progresiva.
-Exposición controlada y progresiva a situaciones temidas (técnica primordial y necesaria en cualquier tratamiento de fobia)
-Desensibilización sistemática: combinación de técnicas de relajación con el enfrentamiento gradual a estímulos fóbicos.
-Prevención de respuesta o inundación: consiste básicamente en impedir las respuestas de evitación
-Modelado operante: Inicialmente el paciente observa a un modelo, otra persona, que se enfrenta a las situaciones que él teme sin sufrir consecuencias desagradables. Después el paciente, progresivamente, con ayuda del terapeuta trata de emitir respuestas adaptativas a la situación, a pesar de que persista cierto grado de ansiedad.
-Medicación: En el tratamiento de las fobias simples no se aconseja el uso de psicofármacos, salvo en algunos casos al inicio del tratamiento, o si existen problemas depresivos.
-Materieles de autoayuda, como complemento de la terapia, y/o soporte de las "tareas para casa".
Estos son algunos de los recursos terapéuticos más conocidos y probados en el tratamiento de las fobias simples. Se ha de tener en cuenta no obstante, que estos trastornos pueden venir asociados a otros problemas, que requieren también un abordaje, en el contexto de un tratamiento integrado y convenientemente articulado. El tratamiento, en rigor, no lo es de la fobia, sino de la persona que lo padece, en relación, naturalmente, con la demanda que efectúa.